Una de las mayores paradojas de la actualidad se deriva de la idea de que la felicidad viene de aquellos productos o bienes que nos otorgan estatus, nos generan placer o nos hacen más productivos, consideración que parece razonable.
Sin embargo, esto resulta paradójico porque, a pesar de contar en la actualidad con un desarrollo tecnológico y social que nos permite mayor comodidad y satisfacción que en otros tiempos, nos sumergimos en un mundo cada vez más frágil mentalmente (alta incidencia de síntomas y trastornos del estado de ánimo). No es difícil deducir por qué sucede esto: el fuerte anhelo de tener algo mejor, competir socialmente, ser más productivos y mostrar la mejor imagen genera imperativos inalcanzables y mandatos que exigen llegar al inexistente lugar del estado ideal.
Siempre habrá algo mejor que conseguir, y la satisfacción con cada logro material y estético se agota en el mediano o corto plazo.
Ahora bien; no es este texto una apología a una vida despojada de bienes o anhelos materiales. Tanto en un nivel micro como macro, un estilo de vida orientado al progreso material, a través del trabajo y/o el emprendimiento, permite desarrollo y bienestar para las personas y las sociedades, pero es un asunto que tiene que considerarse adecuadamente y valorarse en su justa medida. Tampoco será fácil ni puede ser justo que las personas procuren ser felices al margen del cubrimiento de necesidades básicas y la consecución de bienes materiales. Prueba de esto es que las mediciones actuales de sociedades felices consideran la integralidad del bienestar material y el acceso a servicios esenciales.
Bajo estas consideraciones los seres humanos tenemos el reto permanente de definir prioridades y sentidos en una tarea que nunca está completada, trabajando por el bienestar y el progreso sin depositar toda la energía vital en nuestros objetivos o pertenencias materiales. Seligman y Csikszentmihalyi nos dan pistas sobre cómo diversificar la búsqueda de la felicidad y cómo buscar felicidades más estables y duraderas mediante el concepto de flujo: explorar, mediante vocaciones y proyectos productivos, empresas prosociales o creativas, activismo, etc., cómo podemos vincularnos a actividades que nos otorguen sentimientos de adecuación y satisfacción duraderos.
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