Semejante frase no es estrictamente cierta porque no es comprobable, y porque hay decisiones fáciles y obvias que tomamos diariamente y están perfectamente bien.
Sin embargo, nos señala que las decisiones importantes, aquellas que nos preocupan y nos quitan energía y sueño, no tienen opciones perfectamente buenas y significativamente mejores que las demás. Y aunque eso es obvio, y por eso son decisiones difíciles, los humanos cargamos generalmente con el sesgo de que la decisión que tomamos debe ser perfecta, y luego nos lamentamos de las desventajas de la opción elegida y las ventajas de aquella alternativa no elegida.
Frente a todo el malestar que esta situación puede generar, propongo la máxima de vida que está en el título: Las decisiones perfectas no existen.
Esta frase nos permite tener claro que cada opción elegida tiene ventajas y desventajas, y tendremos que asumirlo, bajar las expectativas, y continuar. Finalmente, el arrepentimiento y la culpa nos hacen entrar ocasionalmente en crisis vitales que nos cuestionan más que una decisión, y es ahí donde nos enfrentamos a asuntos que representan la verdadera confrontación interna: qué queremos en la vida, qué priorizamos…
¿lo que he querido toda mi vida es realmente lo que quiero? ¿Es lo que me hace sentir bien?
Nos sugieren poner en la balanza todo, escribirlo y darnos tiempo para tomar la mejor decisión. Sin embargo, el caos que nos provoca el tránsito por diferentes etapas vitales nos confunde frente los valores, las prioridades y los proyectos. Daniel Dennett nos habla en La evolución de la libertad de deseos de primer orden (deseo) y deseos de segundo orden (quisiera desear) para advertirnos con esto, y con otros hallazgos de la investigación, que la voluntad y la libertad están condicionadas por múltiples factores y se presentan de forma inesperada y compleja.
Sin embargo, mantiene convicciones sobre las posibilidades significativas que tiene el ser humano para decidir deliberadamente, obviamente, con el reto permanente de sortear condicionantes y limitaciones.
Finalmente, es importante tener en cuenta que es más probable quedar satisfechos con nuestras decisiones si logramos conocernos mejor, y ser flexibles frente a condicionamientos familiares, sociales y personales, puesto que, sin darnos cuenta, mantenemos comportamientos automáticos y lealtades que no comprendemos en su justa dimensión o no nos atrevemos cuestionar. Esto podrá implicar algunos problemas y sacrificios. Es ese el precio que pagamos constantemente por ampliar nuestro margen de libertad.
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